Hay libros que, por el tema, o por el esquema, o por el lenguaje, o por los personajes, intuyes que podrían acabar convirtiéndose en la base de un guión cinematográfico. Con «Ladrona con clase», editada por Molino, me ha pasado eso. El tema es original: Una adolescente, Katharina Bishop, intenta integrarse en un prestigioso internado, con la intención de romper con la tendencia profesional de su familia, dedicada a los robos de alto standing. Pero sus planes se van a pique cuando un peligroso mafioso acusa a su padre de haberle robado cinco pinturas de elevado valor monetario. Katharina entonces opta por la única salida posible: encontrar los cuadros y recuperarlos, para lo que contará con un grupo de amigos peculiar y sugestivo. La acción, como imaginarán, es bastante ágil. Nuestra protagonista se mueve de ciudad en ciudad europea como un directivo de la coca-cola, habla con matones italianos de tú a tú, escaquea los sistemas de seguridad de uno de los mejores museos de Lóndres…y al final, se la juega a los malos. Esto que parece tan poco creible, en la novela, te importa poco porque te entretiene mucho y te da envidia. ¿A quién no le gustaría ser tan listo como para llevarse un Degas de la National sin que le pillaran? Quizás podría haberse profundizado un poco más en los personajes y en el mensaje que hay entrelíneas del expolio que se ha hecho en las guerras, robando obras de arte que no han regresado a sus legítimos dueños. Pero quizás no era ese el objetivo de la novelista.

He leído los libros infantiles que Marta Rivera de la Cruz ha escrito, lo cual tampoco es un merito porque por ahora no son demasiados. Me encantó Otra vida para Cristina y también disfrute con La primera tarde después de Navidad. Terminado Sombras y, tras reconocer que me ha enganchado un montón, me ha parecido perder un punto de calidad literaria. La trama es original y no le faltan los ingredientes que enganchan al público jóven, como son el amor y el misterio. Pero lo que más arrastra es su protagonista, Valeria Oriol que retrata muy bien el pensar y actuar de una adolescente actual, con todas sus virtudes y defectos. La acción se desarrolla en una pequeña localidad pirenaica donde Valeria y su madre se han mudado  para iniciar una nueva etapa en sus vidas tras el abandono del hogar por el padre y marido. Allí la jóven empieza a tener experiencias paranormales extraordinarias que le sirven para desenmascara a varios personajes delictivos con éxito. En la tarea cuenta con el apoyo del guapo del pueblo, que acabará siendo su noviete y del abuelo del subsodicho, un ex policia jubilado.

La editorial Bambú tiene buenos títulos en general, pero hoy en concreto quiero resaltar una colección que tanto a mí como a otros profesionales relacionados con la literatura infantil nos ha encandilado. Se llama Vivencias e intenta resaltar a través de los relatos de niños de distintas culturas las distintas realidades que pueden vivirse en el mundo. Por ahora hay sólo tres títulos. Nieve de primavera que narra las experiencias de una niña en la dura china de Mao, Saboreando el cielo, que relata como otra jóven sufre la guerra de los seis días y el duro día a día en la zona ocupada de Cisjordania, y por último, Penny caída del cielo, que descubre las alegrías y las penas de una familia de origen italiano en Estados Unidos. En esta última se habla del trato injusto que recibieron los italianos que vivían en América durante la Segunda Guerra Mundial.

Lo que creo que une a todos estos relatos es que narran una dura situación histórica pero desde el punto de vista de unos niños, lo que le da a todo una carga de naturalidad y sinceridad exenta de odios.  En el fondo, son historias de niñez, y, aunque reflejan los sinsabores de una sociedad injusta, siempre hay lugar para los recuerdos cariñosos del pasado. Porque caen los muros, pasan las guerras, y en la memoria siempre queda ese plato cocinaba la abuela, esos pendientes que te regaló tu madre, o esas peleas con los hermanos.  Y todo, muy bien contado.